jueves, 8 de marzo de 2012

Breves confesiones y una declaración

Vida mía,
mi ángel,
el aliento más dulce
que jamás reposó en mi boca.
Tú,
habitas en mi alma,
la abrazas y la abrasas
con tus caricias y tus “te quiero”.
Tú,
me haces estremecer
con cada mirada, con cada beso.
me haces enmudecer,
mi corazón se acelera,
con cada roce de tu piel.
Tú,
a quien mi vida está anclada;
tú,
a quien rendí y ofrecí mi alma;
tú,
a quien me entrego enteramente;
Tú y yo,
aventurémonos a ser eternamente:
los labios de una misma sonrisa,
las lágrimas de un mismo mar,
seamos: yo para ti, y tú para mí,
en eso residiría mi completa felicidad,
solo en eso, no quiero más.



Y cada día te quiero un poco más, y cada día te llevo más dentro de mí... Rezo porque siempre sea así.

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